Una de las facetas más importantes desde la que podemos contemplar nuestras acciones es la de su bondad o falta de ella. De esto, precisamente, se ocupan la moral y la ética, aunque desde perspectivas diferentes.
Los términos ética y moral tienen significados tan próximos que, con frecuencia, se confunden o se usan indistintamente, como si se tratara de sinónimos. Sin embargo, existen diferencias de significado entre ellos.
La moral es un rasgo constitutivo de nuestra naturaleza, una dimensión del ser humano. Nuestra libertad hace posible la elección entre distintas opciones, pero, al mismo tiempo, nos obliga a decidir. En esta tarea de decidir nos ayuda la voluntad, haciendo que prefiramos algunas de esas opciones frente a otras.
La moral es el conjunto de costumbres y normas que regulan las acciones, tanto individuales como colectivas, y que permiten clasificarlas como correctas o incorrectas, es decir, como morales o inmorales.
No se puede ser humano y carecer de moral, es decir, no hay humanos amorales, pues nuestras acciones son siempre clasificadas como correctas o incorrectas. Es posible actuar en contra de unas normas establecidas, pero, en ese caso, la acción será incorrecta y podrá ser tildada de inmoral. Es más, si realizamos frecuentemente acciones contrarias a las normas, puede que se nos considere personas inmorales, pero nunca amorales.
La moral puede ser considerada como un modo de vida. La ética, en cambio, es una investigación racional sobre la moral.
La ética es la reflexión filosófica que trata de aclarar en qué consiste la moral, cuáles son sus fundamentos y cómo se aplica en distintos casos, tanto del ámbito privado como del público. Es decir, la ética como disciplina filosófica, tiene tres tareas:
*Aclarar el significado de los conceptos fundamentales de la vida moral: bien, deber. Libertad, voluntad, valor, etc.
*Fundamentar la moral, es decir, dar razones de por qué se debe actuar de una determinada manera, abriéndose al diálogo y la crítica.
*Aplicar lo descubierto a campos que plantean serios problemas morales: el desarrollo tecnológico, la bioética, o la economía.
A diferencia de los que sucede con la moral, no estamos obligados a ocuparnos de la ética. Por supuesto que es sumamente interesante contar con conocimientos de esta disciplina e, incluso, profundizar en su estudio. Sin embargo, su carencia no impide llevar una vida auténticamente humana ni evita contar con una moral.
(Francisco Ríos Pedraza. Filosofía. 1 Bachillerato. Editorial Oxford. Madrid. 2022. AA.VV. Filosofía. 1 Bachillerato. Editorial Santillana. Proyecto construyendo mundos. Madrid. 2022)