Para comparar a ambos autores debemos tener en cuenta que ambos se preocupan por hacer un análisis social de su época: Platón en La República, donde expone la necesidad de crear una sociedad más perfecta, y Marx a lo largo de toda su obra, donde propone también un cambio social importante. Para ambos, la sociedad en la que viven es una sociedad injusta: Platón ve cómo es condenado su maestro Sócrates por una democracia que él rechazaba y consideraba injusta, y Marx opinaba que la sociedad capitalista en la que vivía explotaba al obrero. En este sentido podemos decir que ambos autores realizan un análisis crítico de la sociedad de su época y muestran su descontento con la situación existente; de ahí que también ambos elaboren sendas teorías sobre cómo mejorar la sociedad en la que se encuentran.
Epistemológicamente.
Si analizamos las cuestiones epistemológicas, vemos que existe una oposición frontal entre ambos pensadores. De entrada, Platón rechaza el mundo sensible como fuente de conocimiento y sitúa la verdadera realidad en el mundo de las ideas. Marx, por su parte, determina que el conocimiento de las relaciones de producción es la base para conocer la sociedad de su momento y, por lo tanto, si se desean conocer los valores epistemológicos, morales y políticos de las personas, es necesario estudiarlos en las relaciones que ellos mismos tienen con la producción, con la realidad de su vida.
Metafísicamente.
Existe otra diferencia radical entre ambos autores en lo que se refiere a la ontología. Para Platón, en el dualismo entre mundo sensible y mundo inteligible se decanta por este segundo, donde dice que reside la auténtica realidad, que es inmutable e imperecedera. Pero para Marx la realidad es la que se impone dentro de la materialidad, que a su vez condicionará la superestructura.
Antropológicamente.
Platón necesitaba justificar la existencia de un alma eterna que vivía en el mundo sensible para poder desarrollar después su epistemología; s justo todo lo contrario a Marx, que era partidario de un monismo antropológico, donde el hombre es un ser material que va haciendo o produciendo su vida en sociedad. Si bien para Platón la reencarnación del alma determinaba la clase de vida que llevaría el alma encerrada en un cuerpo, para Marx será el sistema de producción el que condicione y determine la clase de vida que llevará el hombre.
Éticamente.
Ética y moralmente tampoco parecen guardar muchas similitudes. Para Platón, el bien era una idea universal y eterna y estaba relacionado con el conocimiento, pues solo el conocimiento puede acercarnos a la idea de bien. Para Marx, por el contrario, la moral es parte de la superestructura social y, por lo tanto, está condicionada por la ideología, dominada por los grupos que ostentan el poder. La moral está ideologizada por parte de los poderosos, que intentan imponerla a favor de sus propios intereses.
Políticamente.
En Platón la idea de justicia ocupaba uno de los escalafones principales en la jerarquía de las ideas. En política la justicia implicaba el ideal a seguir y todo el mundo debía colaborar en perfecta sintonía con el Estado. Tanto es así que todos se benefician de todos en este Estado ideal de Platón, y a los gobernantes se les impide tener posesiones. A diferencia de Marx, Platón sí contempla distintas clases sociales en función de las cualidades de cada uno y realiza una división del trabajo muy determinante. Para Marx era la producción la que marcaba el paso de la estratificación social, de modo que la infraestructura condicionaba la idea de justicia y la ideología del pueblo. Por eso, según Marx, es necesario un cambio en la economía, en el sistema productivo, para poder efectuar una transformación en la sociedad y en su ideología.
Si bien es cierto que ambos autores divergen mucho en torno a la organización de la sociedad y a la estructuración de la misma, tenemos que decir, por el contrario, que la sociedad que perfilan ambos autores como ideal no deja de tener intenciones muy parecidas: son sociedades justas donde todos pueden sentirse beneficiados de todos y donde se cubren las necesidades vitales del hombre, que no padece ni sufre para poder desarrollarse como tal. Tanto en Platón como en Marx, la actividad era un elemento definitorio del hombre; de ahí que ambos concedan mucha importancia al trabajo o actividad que el sujeto desarrolla en la sociedad.
(Ruiz Sánchez J.C. Historia de la Filosofía. Bachillerato 2. Andalucía Canarias. Editorial Mc Graw Hill.2013)