Nietzsche (1844- 1900), filósofo alemán que encarnó en su propia vida el concepto decadentista de genialidad, es el mayor crítico de los valores de la cultura heredada en nombre del mundo que está por venir. De entre sus obras destacan Más allá del bien y del mal, La Gaya Ciencia, Aurora, Así habló Zaratustra, Humano, demasiado humano.
1. Nietzsche y las mujeres.
Nietzsche es un filósofo con muchos registros, no sólo temáticos, sino que suele adopta posiciones divergentes y aun contradictorias sobre una misma cuestión. Sus claves de coherencia son difíciles porque pone demasiadas ideas en juego. De él se puede hacer, por ejemplo, una lectura feminista o misógina plana; los textos permiten ambas. Lo mismo sucede con casi todas sus tematizaciones político-morales, por lo que se han buscado en su pensamiento elementos de tradiciones tan opuestas como el totalitarismo y el libertarismo.
Su representación fundamental valorativa para explicar la dinámica moral, histórica o política es la división entre fuertes y débiles, que se traduce también en valores de los fuertes- valores de los débiles, potencia individual o instinto de rebaño. En varios lugares, esta ontología dual hace coincidir su frontera con masculino-femenino. Lo hembra es una continuidad de la Naturaleza, mientras que lo femenino es una ideación, seguramente masculina. Ser hembra es ser madre y ser débil. Lo femenino reconvierte ese trazo ontológico en un armazón valorativo: exagerando su debilidad se defiende de la fuerza. Lo que Schopenhauer llamaba “astucia” es, en opinión de Nietzsche, una necesidad. Por ello las mujeres se dejan ficcionar y se ficcionan ellas mismas. Las mujeres se vuelven, por instinto de supervivencia, función ajena.
Sin embargo, ni todos los varones son fuertes ni todas las mujeres son débiles. Fortaleza y debilidad son conceptos relativos. La individualidad que sabe de sí y de su potencia se sabe excluida de la categoría de sexo. Pese a ello, las mujeres como conjunto son obligadas a comportarse extrínsecamente y a usar las armas de la debilidad. Su posición en el mundo viene dada por la maternidad, comparten en esto el destino general de lo hembra. Con todo, en la educación a que se las somete y se someten se usa excesiva crueldad. Sólo se les concede una virtud, un tipo de honor, su “honra”, que ni siquiera se aprecia en lo que les cuesta.
Lo que las mujeres son se explica por lo que deben hacer. Acostumbradas a la sumisión, desean normalmente servir, y así sirven a los varones, al Estado, a la moral. Sin embargo, la verdadera moral comienza allí donde el instinto de rebaño termina: es asunto de espíritus libres. Y en lo femenino la libertad no es regla. Por el contrario, y por su cercanía a todas aquellas cosas que la Naturaleza es y que la Cultura oculta, las mujeres, más que rebeldes, suelen ser escépticas.
En lo femenino hay algo más: lo femenino es la presentación- representación de lo propiamente humano cuando es perfecto. Pero ese “femenino” exige, como toda contemplación, la distancia. La cotidianidad solo permite grados pequeños de idealización. Dado que algunas mujeres se esfuerzan en hacerse como los varones las han soñado, poseen el hechizo de su acción...a distancia. De cerca, casi todos los seres humanos son demasiado humanos y- aparte de la división funcional y simbólica del sexo- demasiado parecidos.
2. Texto.
“Todas las mujeres son habilísimas cuando quieren exagerar su debilidad, y hasta se las ingenian admirablemente para inventar debilidades que les den el aspecto de frágiles adornos a quienes un grano de polvo daña. Así se defienden de la fuerza y del derecho del más fuerte”
(Nietzsche. La Gaya Ciencia)
3. Cuestiones para trabajar.
1. Según tu experiencia y observación personales, ¿es cierta esta afirmación?
2. ¿Piensas que la imagen de debilidad femenina se ha transformado en la actualidad con la entrada masiva de las mujeres en la vida pública ( profesiones, participación política, etc.)?