Si pudieras observar un cerebro de verdad te darías cuenta de que la división del cerebro es muy clara.
1. Qué son.
Los hemisferios cerebrales están formados por materia blanca (en las zonas internas) y materia gris (en la superficie). Entre ellos se encuentra un profunda cisura, que se denomina cisura longitudinal cerebral. En las profundidades de esta cisura se encuentra el cuerpo calloso, una estructura formada por un montón de fibras que permite la comunicación entre ambos hemisferios, de modo que los datos almacenados en el izquierdo pueden ser utilizados por el derecho, y viceversa.
Cada hemisferio cuenta con varios surcos que separan los lóbulos frontal, parietal, occipital, temporal y la ínsula (que algunos autores consideran el quinto lóbulo). Anatómicamente, los dos hemisferios no son imágenes especulares uno de otro. Por ejemplo, el lóbulo frontal derecho es más extenso y tiene más protuberancias que el izquierdo.
En el cerebro femenino, los lóbulos frontales poseen una mayor densidad celular que en el masculino (alrededor de un 15%) y las áreas del hemisferio izquierdo relacionadas con el lenguaje son, de media, un 25% más grandes en la mujer que en el hombre. Asimismo, e independientemente de la ubicación de la zona del habla, la neurociencia ha descubierto que las mujeres procesan las palabras con los dos hemisferios y atribuyen a esta predisposición anatómica la mayor capacidad que revela la mayoría para comunicarse verbalmente.
Otra diferencia entre hemisferios tiene que ver con la distribución irregular de la materia blanca y la materia gris: el hemisferio derecho tiene más materia blanca y el izquierdo, más materia gris. La materia gris está formada por somas o núcleos neuronales, mientras que la materia blanca la forman fibras nerviosas mielinizadas, que son las que recubren los axones. Estas diferencias también varían según el sexo.
Por ejemplo, durante una investigación realizada en Estados Unidos por el profesor Richard Haler y su equipo, se detectó que los hombres tienen más materia gris relacionada con la inteligencia (6,5 veces más que las mujeres) y que éstas tienen mayor cantidad de materia blanca (diez veces más que los hombres).
Ahora bien hay que destacar que el hallazgo de esta investigación no tiene por qué preocupar a las mujeres: todos los participantes de esta investigación tenían un coeficiente intelectual equivalente, por lo tanto, lo que mostraron las neuromágenes es que hombres y mujeres igualmente inteligentes utilizan su cerebro de forma diferente.
Lo que casi no se discute ni demuestra una superioridad de sexo alguna son determinadas diferencias funcionales: hay evidencias científicas de que los hombres tienden a estar más lateralizados para las habilidades verbales y espaciales, y que las mujeres tienen una mayor representación bilateral para ambas funciones. Esto no implica, en ningún caso, superioridad. Si bien el cerebro femenino está mejor dotado para actividades que exijan empatía y habilidades de comunicación, y el masculino viene al mundo con mayores aptitudes visoespaciales, no es suficiente para que una mujer se convierta en una política destacada por sus dotes como oradora, o que un hombre sea el mejor piloto de una compañía aérea.
Asimismo, aunque existe una relación lateralización/habilidad que varía según el sexo, hay mujeres más hábiles que los hombres en tareas visoespaciales.
2. Cuáles son sus funciones.
Funcionalmente, cada hemisferio se ocupa de los procesos sensoriales y motores del lado opuesto del cuerpo: la información sensorial que llega a la médula espinal de la parte izquierda cruza al lado derecho del sistema nervioso antes de ser conducida a la corteza cerebral. De modo similar, las áreas motoras de un hemisferio controlan los movimientos de la mitad opuesta del cuerpo. Por ejemplo, si al caminar tropiezas con un agujero en la acera y te tuerces el pie derecho, la información será transmitida a la corteza izquierda de tu cerebro.
Como cada hemisferio actúa como si fuera un reflejo del otro, los movimientos del pie y la mano izquierda son controlados por el hemisferio derecho, y viceversa. En cuanto a la especialización, en la mayoría de las personas diestras el hemisferio izquierdo controla el lenguaje y otras tareas de procesamiento de la información, mientras que el derecho se ocupa de los procesos no verbales que incluyen la visualización tridimensional, la rotación mental de los objetos y la comprensión del significado de expresiones faciales.
Por ello, los individuos que sufren determinadas lesiones en el hemisferio derecho tiene dificultades para orientarse en un aeropuerto o realizar cualquier actividad que exija procesamiento visoespacial.
Cuando la lesión es muy importante, estas personas pueden no reconocer el lado izquierdo de su cuerpo y mostrar actitudes extrañas, como no peinarse el lado izquierdo del cabello (esta disfunción se conoce como síndrome de negligencia) o tener serias dificultades espaciales.
El problema más común que desencadena una lesión en el hemisferio izquierdo es la afasia (alteraciones en la articulación y comprensión del lenguaje) ya que las funciones del habla y la organización de la actividad cognitiva del lenguaje se concentra allí.
Por lo que se refiere a los procesos verbales, otra característica relacionada con el funcionamiento del hemisferio izquierdo tiene que ver con el pensamiento dualista, denominado operador binario. Este pensamiento controla los conceptos antagónicos, así que quienes tienen una lesión en el lóbulo parietal inferior de este hemisferio no pueden encontrar antónimos ni realizar comparaciones de tipo “mayor que”, “menor que”.
(N. Braidot. Cómo funciona el cerebro para Dummers. Editorial Planeta. Barcelona. 2014)